Es importante poder tener indicios, a priori, de donde se pueden desarrollar determinadas especies de mosquitos, ya que ésta es la clave para poder desarrollar su control larvario.
El Delta del Ebro al igual que otros territorios de humedales, parecen a primera vista grandes extensiones de terreno homogéneas, con un componente de zona plana muy marcado y con la presencia de agua, más o menos permanente como rasgos fundamentales.
Si estudiamos esta llanura con más detenimiento nos damos cuenta que no es del todo así. La presencia de varias comunidades vegetales nos muestran claramente un gradiente de suelos, de salinidad y de régimen hídrico muy diferente.
Estos microespacios, son los que las diversas especies de mosquitos han aprovechado para su segregación espacial.
De aquí que utilizando la vegetación como elemento revelador de ciertas condiciones edáficas y físico-químicas del espacio se pueda llegar a confeccionar una cartografía temática para el control de mosquitos.
Esta cartografía es el elemento clave y de base, ya que nos marca las potencialidades del territorio a desarrollar unas y no otras especies de mosquitos.
El Delta del Ebro, como en general todas las zonas costeras, son zonas muy móviles y transformables, y más si presentan una actividad humana importante. Esto nos obliga a destinar una parte importante de nuestras actividades a revisar constantemente la cartografía temática.
El trabajo de campo necesario, se acompaña de otros soportes como pueden ser imágenes de satélite o fotografías aéreas que nos son de gran utilidad en las zonas de difícil acceso.
Estas tareas se suelen hacer en los meses invernales y se complementan en los meses estivales como lógico complemento de las prospecciones larvarias de los focos ya predeterminados.
Toda esta información se transmite a programas de dibujo asistido por ordenador, donde se calcula las áreas de los focos larvarios, y cualquier posible intervención (prospección, tratamiento) utilizará de base esta información.
