Con todo ello nos encontramos ante un espacio con unas condiciones climáticas, de vegetación y de fauna peculiares. Estos factores se ven condicionados por el hecho de ser una gran llanura rodeada de mar. En ella encontramos unas condiciones climáticas caracterizadas por una baja fluctuación térmica, con temperaturas suaves y una elevada humedad.
Las escasas e irregulares precipitaciones van casi siempre acompañadas del viento de levante, fresco y húmedo, que origina estas lluvias a menudo de carácter tormentoso. A lo largo del año encontramos períodos con lluvias: de septiembre a noviembre y de abril a junio; y periodos secos: de diciembre a marzo y de julio a agosto.
Las temperaturas medias varían entre los 26ºC en los meses de julio y agosto, y hasta los 10ºC en el mes de enero. Las máximas y mínimas oscilan entre 39ºC y -6ºC, aunque son poco frecuentes la presencia de temperaturas bajo cero.
La situación de los vientos viene muy marcada por la presencia del cierzo o viento de arriba. Este viento del noroeste se canaliza a lo largo de los valles montañosos de la Depresión del Ebro originando fuertes vientos, de carácter seco y templado, de gran incidencia sobre todo en los meses de noviembre a abril.
El resto del año se caracteriza por la presencia de las marinadas, brisas suaves y húmedas de mar a tierra, y principales causantes de las lluvias en el Delta.
En todo caso, el clima nunca es un factor limitante para el desarrollo de las diferentes especies de mosquitos. Temperaturas medias superiores a 20 ºC acompañadas de humedades relativas altas son la clave para un buen desarrollo larvario.
Los vientos mayoritarios del periodo estival son las marinadas, vientos de mar a tierra, que favorecen la dispersión de los adultos de Ochlerotatus caspius, mosquitos desarrollados en la línea costera, pero que en determinados momentos, favorecidos por estos vientos, podemos notar su presencia tierra adentro, incluso en puntos del macizo del Montsià.
