Descripción de la especie
Los insectos conocidos con el nombre de mosca negra pertenecen al Orden Diptera, y la Familia Simulidae. Se trata de unos insectos que se distribuyen por todo el mundo, siempre asociados con corrientes de agua, en los que se desarrolla buena parte de la vida de estos insectos.
Ciclo de vida
El ciclo de vida de estos insectos se desarrolla mediante una metamorfosis completa (huevo, larva, pupa y adulto), en la que las hembras depositan los huevos en cursos de agua corriente (ríos, arroyos) o en la vegetación que se encuentra en contacto con esta agua y una vez estos eclosionan, aparecen las larvas que se fijan a la vegetación sumergida o al sustrato. El siguiente paso en el ciclo es la aparición de las pupas, que se sitúan en las partes de la vegetación más resguardadas del flujo de agua y se preparan para la eclosión del adulto. En este momento el insecto pasa del medio acuático al medio aéreo, y es en este estadio cuando genera la problemática para humanos y animales gracias a la necesidad de las hembras de ingerir sangre para poder realizar la maduración de los huevos en su interior y poderlos depositar nuevamente a los cursos de agua.
Las características de esta especie y las de su hábitat hacen que puedan darse hasta cinco o más generaciones en un mismo año, con un máximo de densidades poblacionales concentradas a finales de primavera y principios de verano.
Esta especie se caracteriza por habitar en aquellos ríos de tierra baja en los que hay una cierta corriente de agua. Se ha encontrado también el río Duero, en el Ter y el Tec, así como varios ríos del centro y este de Europa y Gran Bretaña.
El huevo
Las hembras adultas de S. erythrocephalum depositan los huevos en el agua, los cuales se fijan los sustrato gracias a su cubierta impregnada de una secreción viscosa adhesiva. El número de huevos que depositan en cada una de estas puestas puede variar entre 200 y 300 huevos.
El desarrollo embrionario está regulado por la temperatura, oxigenación y fotoperiodo. Cuando estos factores no ofrecen unas condiciones óptimas para el desarrollo embrionario los huevos depositados en el sustrato fluvial pueden permanecer en diapausa un periodo largo de tiempo hasta que estas condiciones vuelvan a ser las adecuadas para la eclosión.
La recolección de huevos para su observación resulta una tarea casi imposible en el río Ebro, debido a la dificultad para prospectar en las zonas de corriente de agua para las dimensiones de éste y el gran volumen de agua que circula.
La larva
Al finalizar el desarrollo embrionario, eclosionan los huevos, dando paso a las larvas.
Estas larvas se fijan a la vegetación sumergida de la corriente fluvial, buscando aquellas zonas de las plantas donde el flujo de agua es más fuerte y disponen de más alimento.
La larva se caracteriza por su forma subcilíndrica, que es más gruesa por la parte del tórax y por la parte terminal del abdomen, y su tamaño varía entre 3 y 10 mm, en función de las condiciones en las que se desarrolla .
La cabeza dispone de dos apéndices filtradores plegables, las premandíbules, mediante las cuales se alimenta filtrando. La forma de estas premandíbules modificadas es la de dos abanicos, formados por una serie de radios con setas cortas, como si fueran peines. Estos abanicos pueden abrirse y cerrarse de forma que la larva los abre de cara al corriente del río y luego los cierra para limpiarlos con la ayuda de las mandíbulas. Esta facilidad para dirigir los apéndices hacia la corriente se realiza gracias a la disposición de la larva que puede realizar rotaciones del cuerpo de 90 a 180º.
Su fijación a la vegetación se realiza gracias a una ventosa situada en la parte apical del abdomen, y el desplazamiento lo realiza gracias a esta estructura y en la presencia de un seudópodo ventral, provisto de una corona de ganchos.
La coloración de la larva depende de la alimentación, por lo que puede adquirir coloraciones más oscuras cuando su tubo digestivo contenga comida.
El desarrollo larvario comprende diferentes estadios, cuya duración depende de las condiciones ambientales.
La recolección de las larvas se realiza a partir de la recolección de las plantas acuáticas sobre las que se desarrolla y que en el río Ebro se centra principalmente en la especie Potamogeton pectinatus, aunque también se pueden encontrar en ejemplares del género Myriophyllum.
La pupa
La siguiente fase del ciclo vital de esta especie es la pupa. Al final del desarrollo larvario, la pre-pupa se desplaza hacia zonas un poco más resguardadas de la corriente en la que encontrábamos la larva, como pueden ser las bifurcaciones de la vegetación, etc., y empieza a construir un estuche sedoso alrededor de su cuerpo dentro del cual encontraremos la pupa. Este estadio es el más importante desde el punto de vista taxonómico.
En Simulium erythrocephalum la forma que presenta este estuche es triangular, con una apertura por uno de los lados, dispuesto de forma uniforme alrededor de la pupa. El tamaño de este varía entre 2 y 6 mm. En función del desarrollo de la pupa podemos distinguir claramente la cabeza con los filamentos respiratorios, seguido del tórax y el abdomen.
Para la apertura del envoltorio sobresalen los filamentos respiratorios, órganos específicos cuya forma caracterizan la especie. Cada uno de los órganos respiratorios presenta 6 filamentos, que nacen de troncos prácticamente sésiles.
La recolección de las pupas, al igual que la de las larvas se efectúa mediante la recolección de los macrófitos sobre los que están fijadas. Mediante una barca y las herramientas necesarias para tomar los macrófitos del agua (ganchos) y poder observar si contienen larvas o pupas fijadas (palanganas blancas, lupas) se pueden recolectar individuos de esta especie para su mejor observación el laboratorio.
El adulto
Al finalizar el desarrollo de la pupa encontramos un insecto a punto para pasar del medio acuático al medio aéreo. Este paso se realiza gracias a la rotura de la membrana del tórax de la pupa, y unas burbujas de aire que ayudan al adulto a salir a la superficie del agua y refugiarse en la vegetación emergente cercana hasta que esté a punto para volar.
El estadio adulto, aunque no es lo más importante en la clasificación de estos insectos, es de gran importancia, ya que este es el que representa una molestia para los humanos y el resto de animales, debido a que las hembras necesitan ingerir sangre para realizar la trofogènesi.
Estos insectos tienen la apariencia de una mosca pequeña, de color oscuro y de 3 a 5 mm de tamaño.
En la cabeza encontramos el aparato bucal, que en las hembras sobre todo está formado por piezas cortas, adaptadas para poder rasgar los tejidos de sus huéspedes, con el labro con dentículos apicales, las mandíbulas y maxilar son finamente dentadas y el labio tiene forma de trompa corta.
El ojos son redondeados y presentan un marcado dimorfismo sexual, en el que los machos aparte de tener los ojos más grandes no dejan espacio entre ellos para el frente, mientras que las hembras sí.
Las antenas son cortas. El tórax es engrosado y de color oscuro y las patas cortas. Las alas son transparentes, y la venación no se encuentra muy marcada, distinguiéndose las venas costal, sub-costal y radiales. El abdomen tiene nueve segmentos visibles, de coloración no tan oscura como el tórax.
Los machos se agrupan formando enjambres y copulan con las hembras generalmente en las zonas de reposo o alimentación. Los ojos más grandes en el caso de los machos les sirven para poder distinguir a las hembras desde distancias largas.
Una vez las hembras están fecundadas buscan sus huéspedes para poder realizar la maduración de los huevos. La actividad de estas es diurna y exterior, refugiándose sólo a la vegetación más cercana.
La dispersión de los adultos una vez han emergido del río puede ser de bastantes kilómetros, como se demuestra en el caso del río Ebro, llegando a afectar poblaciones bastante alejadas del río.
Los adultos se alimentan básicamente de néctar de flores, tanto en cuanto a los machos como las hembras, aunque las hembras necesitan además la ingestión de sangre.
Para encontrar los huéspedes, las hembras utilizan estímulos visuales, olfativos y táctiles, por lo que a partir del color, la forma, la concentración de CO2 y el olor ayudan a encontrar su aporte sanguíneo.
En el proceso de ingestión de sangre, se inoculan al huésped sustancias anticoagulantes y parásitos, lo que provoca las características reacciones alérgicas que hemos podido observar en las personas.
